En nuestro cuarto programa de la primera temporada contamos con una invitada
de excepción, Montse, que se ofreció para darnos a conocer a un grupo
que roza la categoría de mito en la música japonesa ya que llevan activos, nada
más y nada menos que 27 años. Un camino largo, en que han tenido momentos para
todo: Rock, punk, gótico, electrónico. Son grandes conocidos en Japón, pero muy
desconocidos aquí, cuando han sido un puntal en el visual. Vamos a sumergirnos
en una leyenda: ¡BUCK TICK!
Hisashi Imai, el guitarrista icono, fue quien puso la primera piedra para formar la banda. Entre clase y clase, se lo propuso a su amigo Yukata Higuchi, que se convirtió en el bajista de inmediato. Después, reclutaron para la misión, a tres jóvenes compañeros, uno de ellos tomó el micro, Hidehiko Hoshino se puso al mando de la otra guitarra, mientras que Atsushi Sakurai se convirtió en el primer batería del grupo. Comenzaron con covers de otras bandas y según fueron mejorando con los instrumentos y confiando en sus aptitudes, dando pequeños bolos, se cambiaron el nombre al nombre definitivo Buck-Tick. Según pasó el tiempo, Sakurai sintió que lo suyo estaba más con dar el cante que con dar al bombo. Así que, una vez despedido el cantante original y Atsushi fue el showman, la formación pasó a ser la definitiva fichando a un nuevo batería: Yagami Toll.
1986,
fue el año del gran debut, de forma independiente y bajo el nombre de “Hurry up
mode”. La revolución había comenzando. Llamaron la atención del público, las
discográficas se lanzaron a por ellos. El título de su primer disco bajo un
gran sello, lanzando en 1989, hablaba por ellos del significado de la banda en
la juventud japonesa: “Taboo”, que incluía su primer gran éxito “Just one more
kiss”. Y por fin, en 1990, les llegó la consagración. Buck Tick estaba en la
cima del panorama musical con un concierto en el Tokyo Dome ante 50.000
personas y el lanzamiento de un disco que
pulverizo sus records de ventas: “Aku no Hana”.
Peinados
verticales con litros de gomina, trajes conjuntados, maquillaje marcado en ojos
y labios. Experimentales, iconoclastas, atrevidos, impactantes y perturbadores.
Esas son las marcas de la casa. Y las características que les diferenciaban del
resto de grupos de una época en que el
visual y las estéticas marcadas estaban en su mayor apogeo. Si lo consiguieron
de alguna manera, fue a través de sus videoclips, que sacudían al espectador
con ráfagas de imágenes dignas de un video de arte moderno. Un buen ejemplo es
“National Media Boys”, planos rápidos de fábricas, banderas, manos al frente,
todo teñido de colores chillones para una canción sobre cómo la gente permite a
la religión y la política controlar sus vidas, o “Dress” en que la imagen de
Sakurai se confunde, a ritmo del doble sentido, con la de una mujer.
1992,
año de las Olimpiadas, del primer recopilatorio y de un concierto, en el
Yokohama Arena, que fue legendario y
completamente orgásmico: “Climax Together”. Ese nombre quedaría asimilado a
ellos para siempre, y en el 2004 se auto-homenajearon con otro genial concierto,
al que titularon “Devil and Freud-ClimaxTogether”.
Continuaban
madurando y se volvieron más oscuros que la oscuridad. Su estilo evolucionaba,
ganando presencia de los sonidos electrónicos, y una explotación de la fascinante ambigüedad
de su cantante. Un Sakurai mesmerizante, explotando su tono más cautivador, que
toma el relevo a Imai como letrista del grupo. Y entonces, se desató la
tragedia. Su madre falleció y debido a la extenuante gira, Atsushi no pudo
acompañarla en el final de su vida. La catarsis de su dolor se transformó en
una de las más hermosas canciones de despedida: Júpiter.
La
creatividad de Buck-Tick es insaciable, regalando a los fans singles y discos,
prácticamente cada año. A finales de los noventa, son más electrónicos que
nunca, incluyendo un theremin entre su sonido y coqueteando con el cyberpunk.
Six/Nine (1995), Cosmos (1996), Sexy StreamLiner (1997). Son varios de sus
trabajos. Pero, son siempre fieles a su esencia y a su sonido elegante, incluso
cuando ya, diez años después, experimentaron con el rock en su decimoquinto
disco de estudio, "Tenshi no Revolver". Una línea que continúa en
“Memento Mori”, pero que han desechado en su último trabajo: “Razzle Dazzle”,
que vuelven a los brazos de la electrónica. Su single de presentación
"Dakudanjou Beauty" ha sido utilizado como opening del anime de corte
sobrenatural “Shiki” y otra canción del disco “Gekka Reijin” se ha convertido
en el ending. Pero no ha sido la única colaboración de la banda con el anime, el
single “Gessekai”, utilizado de opening en "Nightwalker: The Midnight
Detective", les abrió las puertas internacionales por primera vez. No ha
sido la única canción del grupo que ha sonado en televisión: “Dress” en
“Trinity Blood, “Kagerou” como fantástico ending de “XXXHolic” de las Clamp,
donde la simpática Mokona toca la batería.
Siempre
reinventadose, jugando con los elementos posibles, siempre inquietantes tras
los ojos de Sakurai, los bailecitos de Imai y el omnipresente peinado de Yagami
Toll. Han celebrado su 20º aniversario, en
2007. Otras bandas y cantantes, entre los que se encuentran Kiyoharu, J,
Abingdon boys school y Rally (compuesto por los miembros de GLAY y ex-miembros
de Elephant Gun Michelle y TheMad
Capsule Markets) les rindieron tributo con versiones de canciones emblemáticas
de Buck Tick y se reunieron a lo grande en un concierto colosal: "BUCK-TICK
Fest 2007 on parade” celebrado el 8 de septiembre de ese año, en el puerto de
Yokohama. Duró todo el día, y como fin de fiesta, hubo un espectáculo de fuegos
artificiales sobre la bahía.
Más
de veinte años en activo (y los que están por venir). 15 álbums de estudio, 33
singles. Innumerables anécdotas por contar, por ejemplo, Yagami Toll no solo no
es el nombre real del batería, si no que, además es hermano del bajista Yutaka
Higuchi. Que Hisashi Imai suele aparecer en videos y conciertos con las siglas
BT pintadas en la cara, que “Aku no hana” significa en español “Las flores del
mal”, como el libro de Baudelaire, el favorito de Atsushi Sakurai. Que Buck-Tick,
viene a decir bakuchiku, que significa petardo.
Llegamos al final de este
monográfico, gracias por seguir ahí y espero que os haya servido para
despertaros la música de un grupo extraordinario, que tanto trastorna, como
enloquece, como conforta. Un grupo que estimula el alma y que afirma que la vida
resplandece mientras bailas.
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